Gran incertidumbre para el 2016.

La falta de consenso social pone en riesgo la sustentabilidad de cualquier plan económico.

El reclamo de devaluación por parte de varios sectores, principalmente por parte de los sectores exportadores es permanente, la excusa es en muchos casos ineludiblemente franca, el dólar se aprecia en todo el mundo y muchos de nuestros vecinos y socios comerciales acompañan con devaluaciones de turno, de esta forma la pérdida de competitividad para muchas empresas (especialmente las Pymes) es latente debido a estar sumergidos en sectores que han sido precipitados a aumentos de costos que no han podido suplir con mejoras tecnológicas.Problemas Competitividad

Estos costos son en parte los aumentos salariales que crecen permanentemente, pero también juegan en contra la excesiva carga impositiva, la escasa infraestructura estatal, los altos costos de transporte y por supuesto en muchos casos el caro y dificultoso camino para acceder al crédito.

El escenario se percibe frágil ya que son muchas las Pymes regionales que hoy ya se encuentran al límite de su sustentabilidad, algo que se palpa y que supone uno de los grandes desafíos para el gobierno que viene.

Grandes empresas, grandes especuladores

Sin embargo, lo que fastidia es que fueron primero los grandes grupos económicos los que encabezaron ya hace varios años el reclamo facilista de la salvadora devaluación, y pocas, muy pocas en este grupo las que apostaron a la inversión, el desarrollo y la innovación en sus procesos productivos con el fin de competir genuinamente en el mercado. Las que así lo hicieron son empresas de reconocido crecimiento gracias al potenciado consumo general.

Pero mientras el consumo agregado está rebosante, la inversión global del país se encuentra “tildado”, las empresas en su conjunto (el sector productivo) que debieran ser el motor del crecimiento y el desarrollo están “stand by”, agazapadas a la espera de definiciones políticas milagrosas para traer al escenario económico los más de 200Mil millones de dólares que hoy están bajo el colchón.

En el fondo, como bien explica Rapaport, lo que están pidiendo los grandes grupos económicos al criticar los subsidios y el excesivo gasto público es una reasignación de políticas que los beneficie: un ajuste implica un recorte automático de los costos laborales y un disciplinamiento del trabajo, y una devaluación implicaría una licuación de pasivos al mismo tiempo que un aumento en la rentabilidad de sus actividades.

Barajar y dar de nuevo

Es indudable la pérdida de energía que como sociedad debemos acarrear cada vez que crisis de por medio barajamos y damos de nuevo, improvisando sin consensos y lineamientos políticos económicos a largo plazo.

Con el nuevo gobierno debieran venir definiciones claras que permitan evaluar con mayor seguridad las tasas de retorno de las inversiones, para que estas se produzcan generando riqueza y trabajo pero también sustentabilidad en el tiempo, lo que implica indefectiblemente empresarios con vocación de superación, de crecimiento, de desarrollo, lo que significa mucho más que generar emprendimientos rentables; pero al mismo tiempo, estas definiciones debieran llegar con consenso social que garantice la inclusión a todos en ese crecimiento, de toda la sociedad argentina, de todos los territorios del país.

Como logrará el próximo gobierno administrar los primeros meses de su mandato donde tendrá una cuota importante de poder político es la clave para vislumbrar si logrará el tan ansiado equilibrio consensuado.