El filósofo y el economista compartieron escenario por segunda vez. El anfitrión describió la situación actual del país en una exposición basada en datos del FMI, el INDEC, la UIA y CAME. El invitado revisó la política de “los últimos 70 años” y dejó algún espacio a la esperanza en el porvenir.
Para cuando llegó el turno del filósofo Ricardo Forster, el economista Alfredo Koncurat ya había dejado en claro ante el público que en Argentina confrontan dos modelos, uno “liberal, de oferta” y otro “desarrollista, de demanda”.
El primero, con la agroindustria como locomotora, inclusive sin la obligación de traer al país los saldos exportables, que en la actualidad tiene consecuencias como la “reprimarización de la economía, la destrucción de la industria, un endeudamiento cercano al 100% del PBI con alta inflación, un nivel de pobreza que alcanza al 35% y una desocupación superior al 10%”. El segundo, que necesita básicamente invertir en tecnología para equipar mejor a la industria y producir más.
“Se han perdido 250.000 puestos de trabajo, 64.000 de ellos en la industria…”, comentó también Koncurat y enseguida explicó que esos datos provenían de la Unión Industrial Argentina, de la Confederación Argentina de la mediana Empresa, del mismo modo que los relativos al endeudamiento se pueden verificar en la web del FMI, mientras que los de la desocupación fueron elaborados por el INDEC y los de la pobreza por la Universidad Católica Argentina.
“Es importante esto de las fuentes. Cuando en cualquier conversación alguien tire datos sobre la mesa, ustedes pregunten de dónde provienen”, recomendó el profesional al público que desbordaba la sala de conferencias de la Medioteca Municipal y Popular Mariano Moreno.
Sobre ese terreno alisado por Koncurat (arrasado por los datos de la realidad), Forster desplegó sus pensamientos, no sin antes agradecer la invitación a “este segundo encuentro con Alfredo” (recientemente compartieron un evento similar en Villa Rumipal). “De paso, aprovecho y voy un par de días a una casita que tengo acá en las sierras”, deslizó, y sentó así las bases del tono amigable de su discurso.
Es decir, la noche del jueves, Forster no pontificó, no enarboló, sino que dijo, charló, compartió… Y en ese viaje desde Juan Perón a Mauricio Macri, con paradas más prolongadas en la dictadura de José Martínez de Hoz y Jorge Videla, en el retorno alfonsinista de la democracia, en el menemismo-cavallismo, en la Alianza que condujo al año 2001, en el kirchnerismo y en el macrismo -con alguna mirada al exterior al margen-, el filósofo hilvanó pensamientos:
-“No más de los que estamos reunidos aquí esta noche son los que se han beneficiado del modelo actual, comenzando por los bancos; un modelo que endeudó al país, pero también a cada uno de sus ciudadanos, incluidos los jubilados, a quienes les prestan para ver si llegan vivos a las elecciones…”.
A sala llena. Antes de comenzar se colocó una veintena de sillas plásticas en los pasillos laterales. Con todo, hubo gente que siguió la charla de pie, desde el ingreso
– “El liberalismo quiso arrancar con Martínez de Hoz las conquistas que se dieron en el primer peronismo, y necesitó del terrorismo de Estado… Puso a Bernardo Neustadt a decirle Doña Rosa a través de la pantalla a que los ferrocarriles le costaban a ella dos millones de dólares por día para abrir campo a las privatizaciones de Domingo Cavallo, que nos repetía aquello de ‘cuanto peor, mejor’; le quitó los aportes a los ciudadanos a través de las AFJP y los timbeó con los buitres por el mundo para luego meter preso a quien se los devolvió (Boudou) y hacer votar a través de los monopolios mediáticos a los que se los habían quitado… Ahora le han inculcado a una parte de la sociedad que los subsidios en las tarifas de los servicios públicos no eran salario indirecto, como sí lo es en las democracias desarrolladas…”.
– “Aunque… el momento más difícil en la democracia, es mejor que el mejor momento en la dictadura”.
Hubo, en medio, reconocimientos a Raúl Alfonsín y su primer ministro de economía Bernardo Grispun, por haber intentado plantarse al FMI. También rescató del Gobierno alfonsinista la sanción de la Ley de Divorcio y sostuvo que “si hubiera ganado Italo Luder, no hubiera habido juicio a las Juntas Militares”.
En otro pasaje subrayó que a pesar de todos aquellos intentos por quebrar el tejido social, no lo consiguieron. “Las grandes movilizaciones contra el 2×1, las marchas del 24 de Marzo, las que lograron parar el Reforma Laboral, le hacen sentir a uno ser parte del más importante movimiento de derechos humanos contemporáneo… Por eso, siempre honor y gratitud a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo por lo que han hecho con nosotros…”, dijo.
Y ese es uno de los puntos que le permiten creer que después de todo, el porvenir puede florecer todavía.
Sergio Vaudagnotto