Viento de frente externo, nueva amenaza

El cambio de gobierno supone una cuota más de incertidumbre

Sin lugar a dudas que la economía Argentina se encuentra en medio de una turbulenta tormenta, producida por factores exógenos pero también por fricciones y conflictos internos.

Los frentes de tensión se han multiplicado en este último año, por un lado la inflación a pesar de mostrar un retraimiento sigue por encima de los dos dígitos, mientras por otro lado la caída de la demanda externa con importante baja en precios internacionales restringe la fuente principal de dólares de los últimos años.

X-M Balanza Comercial

Si bien los últimos datos han mostrado un incipiente repunte en la industria en general, también es cierto que la comparación se retrotrae con un 2014 muy raudo.

Así costos internos en alzas con menor posibilidad de divisas frescas está estrangulando las economías regionales: el escenario se repite en todas las provincias, importante crisis vinícola en Mendoza, frutícola en Neuquén y Rio Negro, quesería en nuestra cuenca, y un largo etc.

El cóctel es peligroso, a la escasez de divisas como fuente de financiamiento y combustible principal de la economía nacional debemos sumarles las extorsiones de los fondos buitres que en amenaza tras amenaza coartan la posibilidad de financiamiento internacional a tasas razonables.

Para colmo de males, nuestro principal vecino y aliado comercial Brasil está surcando su propia crisis económica, agravada ésta por una crisis institucional y política que no presagia encausarse sin importantes consecuencias.

La fuerte devaluación de los “cariocas” pone en jaque a nuestra economía doméstica y restringe de soberana manera los grados de libertad de nuestra política.

A todo este panorama le debemos sumar la transición de gobierno, que supone un nuevo elemento de incertidumbre: a pesar de lo mucho que se escucha no tenemos certeza de cuáles serán los lineamientos del ganador de las próximas elecciones.

Aguantar y pasar la posta

Siguiendo su lineamiento, la reacción del gobierno es clara: fortalecer la demanda interna para sostener el nivel de actividad y con ello el empleo.

La manifiesta política fiscal y monetaria expansiva es duramente criticada desde la oposición, que con enérgico y estridente reclamo ponen con argumentos monetaristas las voces de alarma.

El retraso cambiario que se manifiesta parecería de fácil corrección con una brusca devaluación, sin embargo es obvio que sería de dudosa o nula eficacia devaluar la moneda hoy sin expectativas positivas en los agentes económicos, por eso el gobierno apuesta a dejar la posta a su predecesor.

¿Habrá devaluación con nuevo gobierno? ¿Cuándo? ¿Cómo?

Está claro que el paso de mando se dará en medio de un delicado contexto, ¿Podrá el nuevo gobierno encausar los diferentes sectores hacia un pacto social que genere sinergia económica positiva? El reto del próximo presidente (y porque no de toda la sociedad) será sin dudas mayúsculo.